Nació en 1969, en Haedo, Provincia de Buenos Aires, Argentina. Publicó los libros de poemas: La felicidad ajena (Huesos de Jibia, 2008), Mones Cazón (Ediciones del Dock, 2015), El amor en Blade Runner (Espiral 6, 2016), La brecha que existe entre los cuerpos (Baltasara Editora, 2018) y Fugacidad/La realidad del cuerpo (Colección Dos Poemas, Ediciones Arroyo, 2019).
Textos suyos han aparecido en diversas antologías, entre las más recientes Flotar, 100 poemas sobre ríos, 100 poetas argentinxs (Proyecto Camalote, 2020) y El beso que no di (Ediciones Arroyo, 2020). Tradujo, en poesía: Canción de cuna y otros poemas de Joseph Brodsky (Huesos de Jibia, 2009 y 2012) con Walter Cassara; Donde sea que vaya y otros poemas de Muriel Rukeyser (Viajero Insomne, 2015); La cúpula de cristal (Mágicas Naranjas, 2018) de Amy Lowell y Rukeyser. Sexton. Rich (Wolkowicz Editores, 2020). Estos poemas pertenecen a La posibilidad, su último libro de poemas, publicado por Baltasara Editora (octubre 2021): Hija grande a madre enferma Cuando te ibas en tu simulacro furiosa con lo puesto por la calle yo quedaba aturdida. Al principio no tuve forma de aprender, atrapada con tu voz, peor que la peor madrastra en tus telenovelas. Vi tantas veces esa escena que inscribí en la memoria cada una de sus fases: escape, regreso, reclusión, portazo. El aullido. Y tu mudez. Algo aprendí: no podía evitar que el minué recomenzara. Pero sí podía ser su más atenta espectadora. Madre enferma No es de la enfermedad que yo estoy presa. Sigo presa de mí. Ojalá el silencio de estas sondas, las gasas que me atan hicieran un dibujo para hablarte. Por esa boca nueva te diría que aún no entiendo cómo me seguís viendo así. Ahora que nos miramos como si hubiera un modo de empezar de cero, voy a elegir una clave morse que sea solo nuestra para decirte: basta, nunca fue para vos, dejá ya la sillita, andá al fin a tu juego. Donante a su extraccionista Manejás una aguja colchonera, el mismo ojo abismal de la que uso para que mi visión deshecha pueda descansar algo. Así vine hasta acá, sin nitidez, en un impulso que quizá es tardío, te explico, y en lugar de una voz amigable, oigo un rugido: abra y cierre la mano, no hable, solo bombee. Y me convierto en un corazón arrítmico. Pero no esconderé la pena en el silencio como hacen los otros. Fingiendo que esta entrega es un trámite más. Extraccionista Esta pobre mujer se cree la primera que empieza a parlotear de terror ante mí. Que, por hablarme, yo voy a entrar menos en su carne, que le voy a sacar menos de lo que vino a traer. Que el dolor quedará ahí debajo. Por mosquitas muertas como esta tengo predilección y mi aguja refulge como recién pulida. En ellas, mayor trépano se vuelve y hasta la última gota les quita. Traducción a su traductora Por qué te detuviste, si estábamos tan bien, desmadejando vos y yo apareciendo. Sentí cada uno de tus ritmos: cuando fluías en los segmentos más cordiales, la arruga de tu frente en mis partes tortuosas. Siempre supe que al lado mío había un pasaje anterior que pedía tu atención: la de tus ojos, nunca la de tus manos. Será ese ente una fuerza gravitatoria, pero yo soy la arcilla que moldeás en el insomnio. No quiero que te rindas, no me des, te suplico, por terminada. Este cursor, su parpadeo, es el único signo que me queda. Traductora Aquí estamos de nuevo, tan ligadas que si dejo caer la cabeza parece que tus letras se inclinan solas. Mis manos buscan notas que sean música antigua y música nueva, ansiedad que me vuelve DJ amanecida. Le paso el corrector a tus doscientas treinta hojas escritas en la lengua del capital, ni inglés ni castellano, código puro. Cuando estés lista voy a seguir las normas del lanzamiento y con un clic vos sí podrás salirte de tu cuerpo. La de hoy a la de hace veinticinco años Late como luz, fulgura y es interrogante puro Irene Gruss Te pensé en el cristal verde de mi escritorio y ese destello te hizo venir hasta acá. Recién volviste de Chile y ya la línea de tu cuerpo te delata: no hay armazón que soporte tantas noches de farsa. Del viaje, lo mejor fue Isla Negra, pronuncio y quiero seguir, pero me aterra que te espantes. Mejor contame vos de aquel vidrio turquesa junto al mar y tan rojo del lado de la tierra. Te disolvés en un latido, una luz, y ya no queda tiempo para otra historia. Solo llego a gritar: no te distraigas, por favor, no, en los deseos ajenos. La de hace veinticinco años Me hablás del cristal chispa verde turquesa que me trajo hasta acá cuando pensaste en mí, en el tornasol de Isla Negra. No me animo a decirte que sos igual a mami: la túnica torcida, tu pequeña papada al mirar sobre los lentes. Noto una foto tuya con tus arrugas de ahora, nuestra sonrisa chueca en un paisaje claro. Quiero saber de nuestra vida de hoy pero vos me esquivás como en trance con la mirada al cielo y frases que parecen de un manual de autoayuda. Empiezo a disolverme y mientras me hago de aire yo misma un tornasol te grito que esa casa fue también para mí lo mejor de ese viaje.
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Flavia Carballo (Entre Ríos, 1990) es lectora, poeta y estudiante de Letras por orden de aparición. Forma parte de la Colectiva de Escritoras Patagónicas Casa San Martín de los Andes, quienes recientemente resultaron ganadoras del Premio Democracia edición 2021 y publicaron la antología poética Nos queda el mundo. Algún poema tiene que haber. Ha formado parte, además, del Centro Editor Municipal de dicha ciudad. Actualmente vive en la ciudad de Salta.
A continuación, les dejamos una selección de su poesía: Mi poesía es memoria no hay trabajo lúcido que pueda hacer con ella, sus palabras son perlas del mar al que no me dejan sumergirme transitadas por un fuego que se extingue cuando lo atrapa mi boca. Mi poesía es memoria y me lleva en su lomo a punto de ahogarme entre sus pelos, su ritmo pesa en las hojas en los ojos en las horas La poesía es memoria y se endurece en mí como una orilla de barro. * Mi madre piensa que mi partida hace sangrar la tierra que desde entonces un coágulo invade las flores y arde, en continuo, un campo Aún llora y lo hace como si hubiera muerto, ella o yo, las dos. Aquel día el sol estuvo más áspero que nunca y nuestras caras hirvieron entre los malvones, me presionaba las mejillas para comprobarme para dejarme quieta en ese chantaje materno Dejé atrás unos hermanos hermosos Una habitación en llamas Mis poemas desnudos Hubo un día en que hice sangrar la tierra. * Tu habitación se zambulló en un santuario sostenido por alfileres, vírgenes un par de muertos en cruz los recuerdos te caminan en hilera y se envuelven como una soga sobre tu cuello mientras tus manos se juntan en un rezo que se desploman sobre las sábanas. * El tiempo es un arma de fuego imposible de disparar y solo hoy es día de caza. Los cachorros corren hacia el río alumbrándose entre los árboles. Mi sombra, agazapada entre el hedor de la hierba te apunta al rostro oscuro y desnudo. El pulso cae la mano se agota; no es más que grama quemada en la tierra. * Mi esqueleto de lágrima natural vuelve como un descanso que nunca sucede, pateando hacia la orilla un bulto que recuerda mi nombre. Observa cómo ese fuego invade el campo y ya no quiere más, aunque su canto sea un galope interminable. Luján Berardi es Licenciada en Letras (UBA), correctora y poeta. Coordina talleres de poesía de forma virtual y presencial, en la Biblioteca de Martínez. Varios de sus poemas fueron publicados en antologías (Otras nosotras mismas, Ed. Agua Viva; Flotar 100, Ed Proyecto Camalote). Participará en Jardín, la nueva antología también de Proyecto Camalote. A principios del 2022 saldrá su primer libro, Los ruidos que hace un gato cuando duerme, por la editorial Peces de Ciudad.
La selección de poemas, a continuación, forma parte de un libro inédito, con el título provisorio de Lengua de sangre: Una mariposa de esas que van a la luz como a un alimento revolotea dentro del farol que alumbra el portón de casa. Sus alas golpean con pequeños ruidos los cristales que la encierran, se ahoga, mamá, se va a ahogar. Busca una rendija pero se ahoga, imagino que el calor le quema las patas, que se convierte en polvo, se muere, mamá, se ahoga. Cuento hasta tres, tomo aire en medio de cada número uno bocanada dos otra bocanada tres más. Respirá Me ahogo, mamá. Me voy a ahogar. Respirá Escucho la voz venir desde lejos Abrí una ventana abrí las alas inhalá Me muero, mamá. Me voy a ahogar. Así vas a aprender. * Modelo la tierra, aparto flores y capullos, el barro pesa y transpiro bajo el sol ¿Cuánto falta, mamá? un soplo en la boca una oración Canto elevo una plegaria al cielo. Se me cansan los brazos La vida toma tiempo sí, toma polvo, polvo y tiempo. Trazo los contornos, mi mano erige la figura sin pensar ¿Cómo hiciste vos, mamá? En la tierra están la carne los huesos los restos, los restos más antiguos de un cuerpo, para formar con ellos otro cuerpo y arrancar de la garganta otra voz. * Si no fuera tan parecida a vos creería que nací de un huevo, un punto medio entre fragilidad y dureza ¿Me soñaste mucho? ¿Me deseaste con la panza? Me deseaste con el aliento sí, y me diste calor hasta romperlo, hasta quebrar su cáscara con una estampida animal y salir cubierta de los que nos forma por adentro. Me limpiaste, sorbiste esa baba escudo líquido de tu cuerpo. Me hiciste tuya al agarrarme con las manos labios de una almeja y yo la lengua que quiere escapar. * En la palma de mi mano entra justo una paloma, un pichón acurrucado como un huevo. Si apretara un poquito nomás se oiría el crac agudo de la vida yéndose, el diapasón del pecho cambiando su nota por la nada misma. Aprieto. Escucho. Desenredo los dedos y el revoltijo que queda me recuerdo a un Picasso, a un Miró. Lo levanto para acercarlo a mis ojos, te lo muestro mirá mamá, mirá lo que creé. Paso mis dedos por los despojos grises como acariciando el pelo de un hijo Ahora va a ser tuyo para siempre va a ser mío y eterno como todo lo que se va. * La flor va en la boca decís y tu mano cae sobre ella como una piedra, arranca y me ofrece el peso de un cuerpo como si fuera agua comé llevo los pétalos a la lengua, cada pétalo una droga alucinógena comé mastico el centro, un sol jugoso, me das lo puro, el alimento de los tallos para volver a la raíz. Supero el miedo y vuelvo, vuelvo, escalo hasta tus ojos, la gravedad no me toca. Te envuelvo, te envuelvo una serpiente árbol para sorber tu aliento y llevarme lo que se pudre ahí. * Cuando abrís la boca se secan los ríos, te robás la luz el oxígeno, tu palabra aguda un pequeño un big-bang. * Bajo la luz del día tus ojos se vuelven sombra y encierran todo lo que tocan como la cáscara de una nuez. Entre las formas veo tu otra cara tremenda y más hermosa que la de un animal en extinción. * La sensación de pisar barro lechoso, un pantano que me separa de vos: la intemperie es el trayecto que trazo para buscarte. Nació en Córdoba, Argentina, donde creció hasta que contrajo el incurable delirium viajerum, más conocido como "el mal de la ruta loca", que, excusas más, razones menos, la llevó a dar vueltas por caminos nacionales y extranjeros y la depositó en Cerrillos, Salta, donde reside. Es Licenciada en Comunicación Social por la Universidad Nacional de Córdoba. Escribe desde que se acuerda y empezó a trabajar en medios de comunicación en su adolescencia. Ha publicado poesía e ilustración en revistas culturales como la salteña “El Pájaro Cultural”. En Sucre, fue parte de una muestra de poesía e ilustración entorno a los arcanos mayores del Tarot junto al artista Migue Rossi. Editó poemarios de manera independiente. Se ha formado como profesora de Yoga, y actualmente estudia Danza Movimiento Terapia. Es letrista y frontwoman en la banda argento boliviana Cuyes del Syrah.
Sus redes: http://killvic.blogspot.com/ https://www.facebook.com/KillVic/ [email protected] Ig @gato_de_agua A continuación, les dejamos una selección de su poesía: Solitude Siento el vacío de tu falta No como la alegría de que existas que, dicen, es el amor si no como un cajón de medias vacío o el tacho de la ropa sucia cuando está lleno y seguis buscando ahí el calzón que se voló de la soga. Me hace sentir tu ausencia la lengua como un bollito sin manteca seco. A la luz de tu sombra me acurruque y lloré por todo lo que no fuimos. [Mate cocido con naranja para la tristeza, un cachito de azúcar en cada comida y canela en los rincones. La sal sobre el hombro y enjuague con vinagre para cuidar los límites de los espacios que habito.] El purgatorio de la poesía es un block de notas donde algunas palabras salen a la luz y otras se quedan esperando un cuerpo que las reciba, un ojo que las reconozca, un vacío que las invoque, o un movimiento que las traiga al mundo concreto de lo visible. Yo se que vos me ves y sonreís sentado en el baño solo para que nadie te vea. Yo soy como la poesía. * Otoñando De vez en cuando es preciso tomarse un respiro planchar las arrugas, descansar la persona depositar las máscaras en el tacho de la ropa sucia soltarse las trenzas y cepillarse el pelo con parsimonia, sacando uno a uno los amores secos y los cascabeles que acusan las presencias. De vez en cuando es necesario vaciar el hígado licuar la sangre dejar que los ojos vayan hacia el fondo del abismo estrujarse los brazos y las piernas hasta la última gota de lo ajeno dejarse drenar por el huequito de la bañera bajo la ducha. De vez en cuando es tentador salir de la propia piel cantar con otra voz desconocer el rostro en el espejo caminar de a saltitos olvidarse el vestuario de hacerse la qué en otra cama o en otra luna. De vez en cuando es indispensable entregarse a mutar. * Mediterráneo Mi mundo es blanco y turquesa como el mediterráneo mar que nunca he visto como los sueños con cortinas de niebla buena entre árboles celestes iridiscentes y escaleras acromáticas diatónicas Peces y pájaros duermen la siesta en los cantos de gatos pretos hipnóticos musicales laxos las notas de color son de las hojas del bosque donde oscurezco respiro aires de lluvia y gotas de viento llevo profundo silencio. * Escafandra Inhala largo, lento y profundo. Contiene el aliento y sumérgete en las aguas del pasado, espía por la claraboya ojo de buey de ese viejo barco donde todavía la llama de una vela burla la falta de oxígeno y respira. Empuja la arena herida con la planta de tus pies dormidos, enciende la pulpa de tus ímpetus, sacude los arcos del cielo con tu voz despierta. Salta como un gato sin tomar envión desnuda tus garras en la corteza del silencio. "Escafandra y me visto profundo en el mar sin presión..." Andrea Marone nació en Mendoza, en 1994, pero vive en Buenos Aires. Estudia Licenciatura en Artes de la Escritura en la Universidad Nacional de las Artes. Trabaja como editora de contenido. Estudió Licenciatura en Letras en la UNCuyo. Publicó “Vampirización del ego” (Mar Adentro, 2017) y el fanzin “La conspiración de los damascos”(2020). Editora del dossier “El jardín de Ophelia” de la Revista Ophelia. Representante del Slam poético Mendoza en Slam Argentina (2020) y tercer puesto en Slam Argentina. Recita regularmente en ciclos de poesía. Antologada en “Palometa” (fanzine bilingue, 2021), “Flotar” (Camalote, 2021),”Cuerpos Urgentes”(Mola Editora 2020), “Ectoplasma” (Ediciones del gorila), “Vote Poesía” (Grito Manso,2020) “Cuchillos afilados en la plaza” (Espejo de mundo), “Lo oscuro trabaja” (Carbónico ediciones), “La mirada del cóndor” (Ediciones culturales), Juntadxs 2018 (Baldíos en la lengua, 2018), “El café de los encuentros” (Dunken). Participó de las revistas: Revista Ophelia, Mienten Mucho, Palabras Macabras, Revista Panero, Revista Zero, diario El Otro, El viajero Indeciso, Revista Vómito, Liberoamérica. En la plataforma de Más Poesía, la revista mexicana Tercera Vía y la revista de Costa Rica, “Más allá de la cortina”. Asistió al Slam Federal en la ciudad de Rosario (2015), al Festival La Juntada en la ciudad de Buenos Aires (2018), al Primer Contrafestival de Literatura y otras Artes en la ciudad de Mendoza (2019), al Festival Letras con Arena en Chile (2020).
Resultó ganadora del certamen literario Vendimia con su libro “Arterias”, del que extraemos algunos poemas que les dejamos a continuación. Que lo disfruten: EL VIDRIO EMPAÑADO PARECE UN ÓLEO caminante sobre mar de nubes las hojas de la enredadera trepan como algas de bronce relamiendo la pared que se desgrana me asalta la urgencia de darle voz a los días mientras la quietud avanza por las nervaduras de las hojas. * SOBRE EL MAR CAMINA LA TORMENTA parcas de alas raquíticas las olas inundan la costa salpicando las ruedas de los autos estacionados en la costanera sobre la arena mis pies están hundidos caigo con ritmo hay algo aterrador en la calma que queda cuando la tempestad termina entre las piedras apenas se distinguen los cadáveres de aguas vivas que la marea arrastró las gaviotas con los picos desgarran despedazan la carne se alimentan de los cuerpos ruinas invisibles del mar. * EN UN CAFÉ CON PISO DE MADERA el hombre firma concede compra habla alto entre los murmullos la mesa se le inclina por el peso del codo sin sazón la carne sin soda el vino sin colega paga con crédito ¡ha triunfado! Su paraguas es de seda el cinturón de cuero frente a sí como un espejo el asiento vacío le devuelve una mirada firme el hombre acerca la mano con esperanza pero nadie hay ahí. * EL SONIDO DE UNA HOJA arrastrándose por el pavimento pienso en la distancia que me separa de la ciudad una araña moribunda se contorsiona en el zócalo todo tiende a desaparecer el gato duerme ovillado frente a la estufa no digas tiempo no digas soledad no digas fracaso aprendé a habitar el silencio de las cosas. * LA RUTA NACIONAL atardece corro la cortina sintética para mirar profundo se abre el cielo rosado que se vuelve azul violeta casi naranja en las esquinas como el cuerpo de una mujer pienso en la piel no tan lejos pastan las vacas mastican una otra vez escribiendo un poema royendo la alfalfa un insecto en el vidrio mancha con gelatina el paisaje tanto campo para morir estampado del colectivo. Bío:
Micaela Szyniak publicó Contrato precario (Salta el pez), Escribo pidiendo ayuda (Nulú Bonsai) y Mi cuerpo es un tributo (Trench). Da talleres de escritura y clínicas de obra. Está terminando la Licenciatura en Escritura en la UNA. Codirige Promesa editorial y Mi gesto pank. A continuación les dejamos algunos poemas de Contrato precario, editado por Salta el pez: Compartimos un proyecto. ¿Qué podría ser peor esta mañana en que retardo enviar mensajes laborales en pos de conquistarla? yo la conozco, tiene miedo de dejar de ser interesante. Pero el amor no es una manzana no lo comés y tirás su carozo a la basura Hoy me siento demasiado seca. Mis dedos tienen líneas blancas Quizá esa forma de vivir alimentándome de maní, de A. y de la cerveza acabe por transformarme en una hoja Podría caer desde un balcón levitar un poco sobre las personas en los bares las vería desde arriba. Cada persona una pequeña riña de gallos Hagan sus apuestas. * Yo abrí los labios y el wiski viajó en tandas a tu boca No lo dije pero aprendí de mi ex a dar en sorbos. Es curioso volver a entrar en las cosas desde otro túnel Nunca olvidaré la primera vez que me apoyé sobre tus piernas acariciabas mi cabeza y reías con amigos en un sillón de Almagro, me dijiste: no te enojes cuando empezamos a besarnos y propusiste hacer un trío. Hay un fantasma que liberan las bocas en cada nacimiento Nadie escucha ese viento dorado hasta que escucha Nadie escucha hasta que escucha. La última vez con vos fue en la puerta de mi casa del lado de afuera. Las puertas son ballenas tienen hambre. Me mostraste fotos con tu novio me da pena. Vos sabés seríamos una gran pareja política yo hablaría bien de vos en cada festival, aunque estuvieras a mi lado. * Volvés a besarme en una fiesta nadie entiende bien qué somos o si esta es la primera vez que hacemos esto volvés a proponer un trío con famosos digo sí, a todo digo sí ese es el juego adaptarse es también una virtud los climas cambian las personas guardan el abrigo en el placard vení conmigo a la barra si querés yo consigo cosas gratis si querés no hace falta que te agarre de la mano cuando acariciamos las dos el mismo gato es un puente te gustan los puentes vivir en esa unión de dos paisajes ¿qué hay al otro lado? ¿hay algo en alguno de los lados? Volvés a quedarte conmigo para siempre yo tuesto este sándwich para vos recargo tu energía con amor bailás con migo hasta el final salimos en los diarios. Vos me felicitás cuando llegás Es extraño que bajemos juntas hasta el suelo. * Contrato precario, vos faltás al teatro el día de primavera, los plátanos entran en los ojos son como estrellas estás al otro lado del sillón. Te pregunto qué pasó. Tu nuevo novio se acerca con cerveza puede vernos casi en el amor la ventana no está pintada, una vez pintamos las ventanas quisimos transformar mi casa en un pasillo. Este living lo dejamos transparente ¿vos sos transparente en una zona? Tenés ojos marrones tenés tangas pequeñas tenés un canal en que esperás que alguien se conecte a veces nadie se conecta a tu canal es triste imaginarte posando para nadie cada pose un cisne, bailarina clásica tan entrenada en tu pequeña libertad como si Dios te estirara cada pose estás en el aire y las luces te recorren es tan triste imaginar vacío aquel estadio. * Contrato precario, vos y yo nos besamos en el baño. Crédito de la foto: Victorio Gagliano
Bío: Valeria Pariso (Muñiz, Provincia de Buenos Aires, 1970). Coordina MOJITO, taller y clínica virtual/presencial de poesía y el "Ciclo de poesía en Bella Vista". Publicó los libros de poesía: Cero sobre el nivel del mar, Ediciones AqL (2012), Paula levanta la persiana, Ediciones AqL (2013); Donde termina esta casa, Ediciones de la Eterna (2015), Del otro lado de la noche (2015) Editorial El Mono Armado, Triza (2017) Editorial Detodoslosmares, La trilogía: Uva negra/ Mascarón de proa/ El castillo de Rouen, Vela al viento Ediciones patagónicas (2018), Segunda edición AqL (2020), Zarmina, Ed. Mascarón de proa (2020); Flores para no regar, Editorial AqL (2021). Primer Premio del Concurso de Letras, categoría poesía, del Fondo Nacional de las Artes, año 2019, con su libro Zarmina. Varios de sus poemas fueron traducidos al francés, al portugués y al italiano. Administra el blog de difusión de poesía contemporánea https://laficciondelolvido.blogspot.com.ar Su blog personal es https://tantotequeria.blogspot.com Les dejamos a continuación algunos poemas inéditos de su próximo libro Final francés: 1 Te han dado poco amor. Has dado poco amor. Es cierto, y también es cierto que otra vez alguien te amó y amaste tanto que el asombro te hizo dudar sobre la existencia de la muerte. Y hubieras querido amanecer en los días tibios bajo la parra muchas veces al día. Amanecer diez, veinte, treinta veces, abrir los ojos y gritar: por fin la suavidad sobre las hojas, la victoria esperada de los brotes, el verde furioso en los racimos! También yo fui así de feliz. También yo dormí bajo la parra. Hay que guardar ese alimento, flor iluminada del hospicio, porque acá estamos vivos, desconcertados, solos como antes, como una lámpara en el fondo del mar. 2 Vengo del intento. He anudado una sábana a otra sábana y no logro llegar al árbol. La única forma de salvarse es escapar de los amores mediocres. Puedo decirlo así o decir: fui consecuente con la belleza, como parecía amor, lo nombré amor. Y me llamaron como si el amor fuera verdadero. Es cierto, a veces soy yo quien lo imagina pero otra veces, no. Otras veces, ocurre que me llaman como si el amor fuera una verdad sin desperdicios. Yo lo escucho. reconozco las notas al amanecer y me ofrecen miseria sobre el prado. Vengo del intento. Quiero ser la pasajera que salta, pero ahora como una bestia dolorida no logro levantarme. No me importa. También los pájaros ensayan su canto bajo la lluvia. 3 Sin comprender el mensaje de las hojas ni el mensaje insectario sobre el verde, sin comprender la progresión geométrica de los intentos, de la esperanza, sin comprender, tampoco, la palabra que habita en las frutas y en la carne, sin comprender el amor porque no puedo pasar por la razón algo tan puro, sin comprender, ni un poco, los elementos que sanan, los que enferman, sin comprender que hay límites para este cuerpo humano que nos toca, sin comprender la angustia de las mariposas ni la alegría de los traidores y sus reinos, sin comprender yo cruzo cada día la línea de cal y me uno al juego. 4 He corrido bajo la lluvia hasta la soga con la ilusión de un náufrago. He dado el tirón para acercar la camisa blanca, las sábanas. Algunos broches han saltado al suelo, y no me importa porque he corrido bajo la lluvia hasta la soga y ahora intento recoger la funda de la almohada, dos remeras, un corpiño, estos repasadores que no llegaron a secarse. Es curioso lo que sucede con la lluvia: nos hace creer que existe una familia. 5 Abrimos la puerta al corazón sesgado y le dimos las sábanas y el vino. Cómo dejamos que recortaran la luz y nos cubrieran las espaldas con hielo. Las vértebras se han doblado buscando el sol. Cómo ocurrió que perdimos la llave del sueño. Quien no es amado gira en falso en el lugar del amor. Cómo se empieza a creer en el que finge la piedad del suave. Cómo fue que caímos. ¿Tan luminosos eran sus caballos? Bío:
Maite Lluch nació en Santa Rosa, La Pampa, un 23 de julio de 1991. Es Psicóloga y docente de la Facultad de Psicología (UBA). Maestranda en Análisis del Discurso, por la Facultad de Filosofía y Letras (UBA) e Investigadora en el área temática de género, educación, y derechos humanos (UBA-UNLPam). Por aquí dejamos unos poemas que se prenden fuego de bellos. No se los pierdan: Sarna Le di de comer a un perro un cuzco, cruza esto, cruza aquello bajo la lluvia me llené de rabia y sarpullido, tonta incapaz de pervertir el instinto materno las ganas de morder. Su cola era mi mano sus ojos parecían los tuyos llenos de hambre y miseria, se acostaron en los bordes del cantero. Pedía un poco de pan detrás estaba la peste la fiebre sin color el aullido lunar que transforma la carne en agonía, miedo de no curarme nunca, que tus ojos sean los míos esta noche, y nadie sepa tirar de la correa. Animal Tengo un animal muriéndose adentro se retuerce herido medio tuerto brutales espasmos lo mastican solloza ronca voz de jilguero la cantata vecina de la muerte. Si me abriera la panza cuchillo tramontina en mano pulso de ciruja errante resonaría su aullido en todo el cuarto los vecinos dirán que hice brujería los vecinos dirán que la noche me devora hasta dejarme pura piel figura imposible del abrazo. Allí descansa, desafiante, algo inquieto no tiene cara que le exista ni digna zoología que lo nombre es un montoncito vivo de carne picada muerde el llanto, grita herida está a punto de explotar en silencio conmigo. Melancolía ¿Qué hay después del corte? ¿Después del filo rebanando la última antena? Estoy ida de tus circunstancias de tu nombre. Soy un clavel que sobrevive sobre el ataúd de nuestra historia. PH Hay un sol en tu ventana juro haberlo visto aparecer entre los techos de las casas las antenas retorcidas el alambre del paredón. Se ve desde la puerta que hoy es tu ventana despertando con delicadeza la luz pincelada temblaba entre las plantas verdes inquilinas del cemento sonríen vitales bajo un cielo a medio llover. No sabría decir porque crecieron sin agua sin palabras esos brotes del ardor será que ayer había sol en tu ventana pero vos solo veías la puerta la mantenías cerrada por si acaso la noche te salvara del encierro. Alejandra M. Boero Serra (1968) es de Rafaela, provincia de Santa Fe, Argentina, por causalidad. Peregrina y extranjera, por opción. Lectora hedónica por pasión y reflexión. De profesión comerciante, por mandato y comodidad. Profesora de lengua y de literatura por tozudez y masoquismo. Escribidora, de a ratos, por diversión (también por esa inimputabilidad en la que los argentinos nos posicionamos, tan infantiles a veces, tan y sin tanto, siempre).
A continuación dejamos una selección de sus textos que no pueden dejar de leer: MITOLOGÍAS Los gatos me asustaron muchos años como la rueda gigante y las montañas rusas de los parques. La niñez con mascotas y juegos fue una casa cercada con hierros. Forja de Vulcano. Palacio de Minos. ¿Cómo se habita un volcán en erupción permanente? ¿Cómo se desafía a Teseo? ¿Cómo se desalienta a Ariadna? Tal vez rodeando con historias la indefensión. ¿Cómo sobrevivir Minotauro? ¿Cómo rescatar, hoy, el ronroneo y el vértigo? ÍCARO VOLANDO A Alejandro Michel ¡Qué peso el de la ingravidez! Sucede que, por un momento -no importa cómo lo midamos-, quedamos suspendidos. Lo que sorprende, un poco después -no importa cuándo suceda, ¡pero sucede!- es que la altura quema. Caemos. Arriba la presión corrompe las coordenadas -las que no fueron previstas, las que enfocan la mirada: huellas en desorden - que permite el resplandor fugaz. Los ojos van cayendo. El cuerpo se relaja y deja que las pupilas se contraigan y dilaten la revelación: Que los párpados amortigüen la pendiente. Que las pestañas filtren el tránsito. Que el rostro se haga cargo. Una sonrisa se precipita: la desobediencia. Se derrite la cera. La sombra del padre se aleja. Ícaro ya no es Ícaro. Se liberan tus alas. ¡Ícaro! ¡Vuelas! Hay ruidos profundos. Crujen los cartílagos. Los músculos duelen. Hay extensiones de arterias que se abren. Y se desangran. En el centro un abismo se prolonga. Y salta. Y juega. Y nos destruye. Se abren los sentidos. Un soplo. Un respiro. Llegamos. (Llegamos). * Casandra habla. Deambula su voz fantasma sobre las calles amuralladas. Troya, su ciudad, la ignora. Hay ecos sin resonancia. Galopes nocturnos de madera, letal. El sol se pone extramuros. La luna no puede detener la emboscada. Yo, Casandra, corro descalza, desnuda. Yo, Casandra, dejo mi boca entre estas piedras. * El agua abre círculos bajo el rostro de Narciso. El reflejo sostiene su mirada y la recorre. Muestra un cementerio, un orden de lo ancestral. Rostro y reflejo se funden como el hierro en la fragua. Narciso no se reconoce en esa alquimia. Una geografía de espasmos describe su lucha. El recuerdo de pútridos naranjos y retorcidas herrumbres desarma su belleza. En sus ojos, la muerte. Negadora. Familiar. BIBLIOMANCIA Paolo y Francesca leen. ¿Qué texto los incluye y los pierde? Saben que están en el infierno. Allí los gestos del amor, la escritura de la desobediencia, sus voces que anulan cualquier traición. El catalogador enamorado (En 2017 en la Sala del Tesoro de la Biblioteca Mariano Moreno Juan Carlos Sánchez Sottosanto descubre el fragmento de un poema amoroso) Es de mañana en la Sala del Tesoro de mi Biblioteca. Es también un juego de esta historia que se niega al anonimato. O es quizás la botella al mar que interrumpe mi naufragio. Un fragmento escrito en el siglo XV tensa el rigor de mis inventarios. Siento en mis manos el espesor de las nervaduras de estas cinco hojas de palma. Si pudiera entrar al Reino de Kotte. Pero Ceilán ya no es Ceilán. No fui el escriba. No fui su amada. Nada sé de su lengua. Sin embargo me escriben. Y yo enmudezco. Nunca sabré cómo el pasado nos espera y llega. Hoy soy el albacea de una pasión todavía intraducible. * ¿Alguien sabe lo que esconde esa hebra tomada en la ladera más lejana del país de la seda? ¿El sopor de las tazas precipa en Oriente ceremonias que se vengan del sabor del tiempo? Tampoco eso será revelado. Cuando una gota toque la lengua y la garganta abra paso a lo desconocido otro ritual escandirá las borras, otra taza compartirá el desconcierto, otra lengua probará los vestigios: la restauración de lo inacabado, las palabras en suspensión permanente. * Las brasas demoran los cortes. ¿Qué hacer? El invitado desconoce el sabor de la carne, la potencia de los dientes. Su cuerpo inmóvil se alimenta todavía en jugos de leche, en juegos de jardín. Cayeron sus dientes como bolitas de colores, vidrios que ruedan, al ombligo madre. Pero insisten. Mujer. Madre. El niño es niño. En el patio de los asados una mujer espera. El niño sigue siendo niño. La carne una delicia no consentida El niño es niño. Una mujer espera. ¿Espera? MINIATURAS Piso la línea divisoria y acerco, con mi pie, ese vacío que aparece infranqueable. … Me acerco al arroyo y dibujo, en su orilla, la opacidad de la sed. … Desato entre los dedos una imagen que recorre esa historia siempre postergada. … Cruzo las calles. Perdida me oriento por el perfume de mis derrotas. … Inscribo en los bordes mi voz pausada. Recorro, en el abismo, la palabra que me nombra. … El trazo de mi escritura tambalea. Mi mano arrastra la letra que se quiebra. … Una pluma se posa y mis dedos toman una piedra. Vuelo sobre una palabra que se cae. … Escribo en el desierto, con precisión de calígrafa, el grano de arena que precipita la tempestad. … El lugar del rescate: el punto equidistante que corta el hilván donde alguna vez bordaron mi nombre. … Tenso el hilo del discurso. Colapsa lo armado en las frases. Una historia que viene de lejos, tal vez familiar, se cuela en la trama. … Tintes vegetales, dijiste. Jugos prensados que destilan, en mis manos, raíces amargas. … Tiento al destino. Desvelo un futuro que, inconfeso, retornará a mis manos. … La barca fondea en la bahía. Suelto los remos. Veo cómo se mece la tierra. Cómo el cuerpo aquieta las aguas. … Me veo cosechera, recolectora golondrina de palabras sueltas. … El estornino interceptó mi mirada. Juntos supimos que una tormenta, rápida y liviana, filtraba el aire. … Tomé de tu espalda el roce de mis manos. En tu piel, brújula vikinga, imanté mis naufragios. … Roen estos días las miradas de un mundo que se abandona al silencio. … Últimamente todo es inestable no menos que antes. Sí más decisivo. … Mis caderas se dislocan. Algo anuncian estos huesos que, al romperse, enturbian el equilibrio de las mareas. … Cómo decir que miro el horizonte y que es mi cuerpo, frágil e indomable, el que regresa. … Las mañanas de precipitan sabor de mate amargo, notas a pie del mundo. Carpe Diem. Memento Mori. Lengua de gatos que se frotan sorbiendo la intimidad del paisaje. … Tropiezo, lo sé, con mis fantasmas. Me acongoja sentir, a veces, el latido ávido de la derrota. … Las puertas se entornaron y con ellas el paso silencioso del instante aquel. Después el golpe, intrascendente, de las elucubraciones. … Se sucede la llanura inmutable y en su mirada nuestro viaje es infinito. … Las noches tienden al sueño o al exilio. Tropiezan en los pies imágenes inenarrables. … Sé que he estado esperando esa señal. Un gesto que ilumine las huellas. … Hay un nudo que interrumpe la palabra que puede cambiar todas las coordenadas. Esa venda en la herida que impide la cicatriz. … Acaricio la memoria y encuentro en ese roce la rugosidad, el pliegue. Una lengua que saliva el envés de la mirada. … Insiste en mi memoria el vértigo de un cuerpo que se acerca. … Salto, lebrel herida, la trampa de las certezas. … Un cuerpo se rebela. Yo tomo de él, con manos ciegas, una ofrenda que me niega. … Guardo en ese cajón una carta olvidada, unas manos rotas. Un trazo inconcluso en la memoria. … Dos gestos buscan Perpetuar el mundo: una brazada, una huella, las pendientes de un cuerpo que vacila. … Por el ojo de esa aguja una hebra me mira zurcir los retazos de mi indefensión. … La flor del hibiscus Regresa a nuestras vidas. Penetra en lo abierto, cálida y roja, su anhelo inexorable. … En la superficie alcohol y esparadrapo. Cerrar los labios de la herida. Sentir el tajo, su decir, jugando la partida. … Volcanes extintos nunca. Rumor de mar, olas peregrinas. Aves migratorias que traen, con sus alas, la sal, la sed, el fuego. … La baraja en mis manos es solo un arcano desorientado. Una proyección de la fe perdida. … Cercar con palabras la ausencia. Sintonizar el cuerpo cálido de la espera con el hiato de la voz. … Un viaje por rutas fantasmas me trae en solitario al umbral de una casa que recobro amorosamente mía. … Unto mis yemas, acaricio el lienzo. Lo que allí sucede enciende los cuerpos. … Encendí con un fósforo el tronco nudoso de un árbol caído. Olvidé que adentro me esperaba, encendida, una estufa. La intemperie y el cobijo y el fuego de la soledad. … Una mota de polvo sacude, sin disimulo, el rostro impasible de tanta insensibilidad. … La línea se rompe y en los fragmentos se tensa, entera, esa pausa. El hoy. … Este otoño es una conspiración de hojas sueltas y lejanías. Como el olor y el álgebra de ese verano. Un torbellino que amanece. Y no cesa. … ¿Dónde pegar la rabia? ¿Dónde descargar el golpe? ¿Dónde olvidar que nada pasa? ¿Adónde volver si ya somos los idos? … La gata mira, desde su atalaya, cómo todo sucumbe. Su cuerpo toma las formas del presente. Y acomoda, en los escombros, la huella de la reconstrucción. … La amenaza de un cortocircuito alerta la resistencia de la casa. Sus moradores, por pasadizos secretos, seguirán encendiendo las lámparas. … Unto mermeladas en la tarde. Siento cómo los pasos se dulcifican. Cómo una voz que sacia unta mi lengua. … Toco espacios que duelen. Son escoriaciones del paisaje. Arterias de una geografía en descontrol. … Pistas falsas La necesidad de creer Me dejan lamiendo Un espejismo. El rostro que dibujé En el aire. … En altamar los barcos zozobran sin amarras. Esa noche supimos que elegir el naufragio era llegar a la orilla. Marcar con la última brazada otro horizonte del adiós. Bío:
Estefanía Herrera es mamá de Paz, escritora y docente catamarqueña. Se desempeña como profesora en la UNCA, en la UNLAR y en el Instituto Superior de Arte y Comunicación de Catamarca. Perteneció al Grupo literario “Los Innombrables” y participó en varias Antologías literarias. Algunos de sus poemas fueron seleccionados para la Antología Federal de Poesía Región Noroeste del Programa de Cultura del CFI, como así también, para Revistas literarias Digitales provinciales e internacionales. Fue jurado en los Premios Trienales Municipales de Literatura (convocatoria 2010), en el Tercer Concurso Literario Regional del Noroeste 2013 del CFI y en el Primer Concurso de Cuentos de la Universidad Nacional de La Rioja. Además, colaboró con textos de análisis literario en diarios digitales de la provincia y actualmente forma parte del equipo de la revista digital cultural El Ganso Negro. Desnuda es su primer poemario publicado este año por Puerta Roja Ediciones. De este poemario les dejamos algunas joyitas: Desnúdese, por favor Desnúdese de los temores y las dudas, de los domingos monótonos, de las máscaras y de los amaneceres intrascendentes. ¡Por favor, desnúdese! Despójese de la lluvia sin aroma, de la primavera insulsa, del desamparo y de los atardeceres cobardes. Desnúdese, por favor, que aquí lo espero desnuda. * La ausencia es una brasa entre las manos. El romerío de imágenes azota los sentidos: el desenfreno de los labios, el milagro de los cuerpos sudando, los cuerpos segregando liberación, el vaivén de las lenguas, las lenguas humedeciendo lo cóncavo. Espera, lo que nunca se animó a hacer. * Ya no espero, amor, ya no. Tu boca lejos de mis senos, mi mano abandonando tu sexo. Emigro de vos y el olvido es mi música. Esta desnudez es mía, sólo mía y tu cobardía no puede herirme. Te escribo el silencio y soy libre. * La mano se desliza y danza una melodía candente. Serpentea el vientre. Vagan mis pupilas mientras expiro fantasías, todo es una fiesta: las yemas de mis dedos son fueguitos artificiales de navidad. * Hembra que se desnuda y goza, que suda deseo versos y misterios. Amalgama de cicatrices en su instinto y en su pubis, olivas en la mirada, miel en sus pechos. Virgen que dibuja herejías en su cuerpo, hembra que ya no calla ni murmura, que grita y gime, que grita y gime. Amasijo de sonrisas impúdicas de manos derrocadas, de vulva que leuda placer. Sísifa cuya piedra son los rostros de sus hermanas muertas, hembra que ya no calla ni murmura, que grita y gime, que grita y gime. Yegua desbocada deseante, doliente, bacante, amante de todos y de ninguno. |
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