Ianina Fornaro nació en la Ciudad de Buenos Aires, en 1981. Escribe poesía y ejerce el psicoanálisis en la misma ciudad. En 2021 publicó su primer libro Conjuros entre flores y furia (La Docta Ignorancia). También artículos referidos a estos temas. Su segundo libro de poesía Un hogar en cualquier parte (Ediciones En Danza) fue publicado en el mismo año. Contacto con la autora: [email protected]
Les dejamos esta belleza de selección de Un hogar en cualquier parte: MUJER Mujer, tu pelo despide rosas cada vez que hablas. Se siente el perfume de lejos. Tu dulzura acecha cualquier pensamiento absoluto. Se mete en las grietas de los cuerpos más rígidos. ¡Ay mujer! Me abandonas desnuda viendo estremecer la noche entre mis dedos. ACCIDENTE Pasamos de largo un estallido habitó el accidente. Crujió el techo de la casa que construimos y salimos después del derrumbe. Nos quedó el corazón abrochado a una pared. LA PUERTA Creo que mientras ames no podrás morir Buena Opinión, Holderlin Casi araño la puerta con palabras vacías me pellizqué antes de entrar. Lejos de los árboles y al ritmo de alguna canción posible: ¿Qué vale todo lo que los hombres hacen y piensan durante milenios frente a un solo momento de amor?[1] Volviendo desnuda de música y casi sin melodía me arrebató un canto de gloria que se apagó sutil entre los sentidos de la tarde. [1] Hölderlin, Hiperión o el eremita en Grecia. Traducción y prólogo: Jesús Munárriz. Editor digital: Titivillus. LA ÚLTIMA NACIDA ¡Diotima! ¿Por qué no me dejas nacer adentro tuyo? Tu cavidad encierra la distancia exacta para poder cantar. No ruegues que vuelva, he ansiado ese lugar lejano, como los truenos refugian a la lluvia. Caída como de un pecho viviente recreo cada espacio de tu cuerpo y soy la última nacida de esta especie de murciélagos que vieron la lluvia antes de caer. EMBOSCADA Ya no te imploro Safo que me devuelvas las estrellas de aquel amor sangriento. Te pido que me des la alegría de las ceremonias de aquellos cuerpos imprescindibles y que el paso del tiempo decida si fue una emboscada. CAUTIVERIO Afilo mis dientes como cada noche la lengua se me quiebra- ya no volveré a ser una mujer quebrada. salen gusanos de mi garganta y siento la muerte de una voz vacía al instante un ardor recorre la estrechez de mis muñecas. ¡No me ates! Soy un ave que se refugiará en los canales ocultos del lenguaje.
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