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Gaby Rakovstky

11/18/2021

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Gabriela Rakovstky nació en Buenos Aires, en 1988. Es poeta y profesora de Castellano, Literatura y Latín. Publicó Incendio leve en 2018. Los fósiles sueñan con el deshielo, su segundo libro, obtuvo una de las menciones del Fondo Nacional de las Artes 2021. En esta obra un imaginario animal recorre los poemas y vuelve salvaje la experiencia del abandono. Actualmente trabaja en la escritura de un tercer poemario dedicado a la figura de Marie Curie.

A continuación, les dejamos una selección de poemas que pertenecen a Los fósiles sueñan con el deshielo:

Cuando un animal devora su camada
tierna, recién parida
no sirve para criadero
Primates machos matan primates machos
para que no compitan por las hembras
Ratas madres comen crías de ratas madres
las aplastan con su abdomen tibio y elástico
usurpan sus nidos, otros úteros
pozos de tierra oscura
donde nadie las ve
donde roen cabezas, cuellos, patas
La naturaleza es sabia, dicen
Y te abandonan
Y te comen en silencio
Y ninguna ley natural
nos ampara.

*

Nadie sabe cómo es 
su casa de la infancia
Llegué hasta aquí
por el cerco de madreselvas
por los álamos blancos 
por el camino de leña apilada
Los animales levantan el cuello
nerviosos
sé que huelen desde lejos
me reconocen 
me piden que abra las jaulas
Camino hacia los conejos
recuerdo ahora 
el brillo rojo de sus ojos
el pelo, finísimo, sin olor 
la forma obstinada de su paciencia
las panzas que suben y bajan
como un mismo corazón asustado
Mi padre entra con los fardos de pasto
más joven que la última vez
algunos bebederos cuelgan de su brazo
Se detiene frente a mí
espera
estira una mano
me aparta de un rincón a otro de la jaula 
desespero y lo muerdo
Me deja una ración de comida                                                   
para que viva un día más
y se va

*


La ropa tendida
Hay que tender los cuerpos
escurrir los conejos
como sábanas blancas
mecerlos al viento 
Faenan 
y soy pequeña para la sangre
que cae desde los árboles 
cortes puntuales
movimientos mecánicos
no se dejan huellas
no se resalta la muerte
sobre la muerte 
Las pieles alfombran
el pasto suave 
escucho el latido
entrecierro los ojos
busco las transparencias
de la tarde caliente 
Con una ramita
espanto las moscas
la revelación entre la ropa colgada
que respira y me dice
el corazón, el hígado, los pulmones
los músculos tensos
como un apéndice hinchado
me dicen
que ya no hay secretos 
escupen la tierra
la siembran
de semillas de ortiga
me dicen
que ya no hay abrigo
y que esto 
es la intemperie

*


La noche aumenta el tamaño
de todo lo que acontece
es una membrana por la que gotea 
la saliva de la soledad
la intemperie habla con consonantes:
ningún sonido permanece lo suficiente
como para tener miedo
como para vivir

*


El cráneo
El cráneo de un animal
se astilla al rayo del sol,
de la mandíbula sobresalen
varios molares erráticos
Cristales de azúcar
esporas de la noche láctea
que cruzan de un lado a otro
el gran ojo de la devoción
Las estrellas fugaces pasan cerca
y cae vértebra por vértebra
la columna calcárea
esta escritura de luz
que siembra mi tierra


*


Destapar las madrigueras y contar
uno, dos, ocho 
hay más
dos muertos
Las conejas alumbran puntualmente
en un mundo fuera de control
tejen nidos en reductos minúsculos
arrancan de sus costados 
vellones finísimos
el pelaje de la ternura en el cautiverio
Nadie sufre las zonas calvas de las hembras
y los ojos de las madres señalan un inicio
copos de nieve que se mueven
un monte enmarañado 
por el que asoma un gazapo ciego
La subsistencia es trabajosa
siempre está empezando
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