Sangre del día es el último libro publicado de Laura García del Castaño, publicado por Añosluz, en 2018. Sangre del día es la pregunta por las muertes de cada día, todo en este poemario va a brindarnos más interrogantes que respuestas, va a confrontarnos con la incomodidad de transcurrir. El libro nos confronta con nuestras búsquedas, llenamos los días con espacios y tiempos que nos ocupen; le ponemos etiquetas a lo que somos en lo que sentimos—si es que logramos sentir algo— en la rutina cotidiana. En los días de García del Castaño hay otra propuesta, los textos nos inquieren para tocar y tocarnos, para saber que seguimos con vida a pesar de esa muerte.
En estos textos nos encontramos, luego de creer que hemos saciado el hambre con personas, relaciones, objetos, frente a nosotres mismes como un resto, una ausencia. Henri Michaux se pregunta, a propósito “qué queda de eso, del abandono del tomar, del retener, del codiciar. La respuesta es un vacío que es absolutamente diferente de todo lo conocido, vacío que es a la vez manifestación y substracción, a la vez exceso y pérdida”. De esa pérdida nos habla Sangre del día: Morimos de tantas maneras a diario, y este poemario no hace más que ponernos frente a esas palabras que evitamos nombrar, porque son ellas las que nos dicen. Así: Qué ha sido vivir? afinar la obediencia? el coraje el enemigo, su bengala? la etiqueta que arranqué del frasco para que desconocieran la soga anudada el remedio Los poemas no dan tregua, desde el primer texto. El poemario comienza con una especie de invocación en El tiempo de la superstición, uno de los pocos, que, además, tendrá título. Allí nos habla de los rituales en los que creemos conjurar la vida, como si no se escapara en una gotera imperceptible, siempre de nuestros planes. El lenguaje de Sangre del día, por otro lado, se construye a la orilla de lo cotidiano, pero usando los despojos que arrastra ese caudal: incorpora la jerga de lo virtual –hoy, nuestro abecé para transcurrir– además de la ciudad y sus personajes, la casa funeraria y la preparación para la pérdida. Blanchot, a propósito de la poesía nos dice que “por el poema estamos llamados a la exigencia de una relación interminable donde el “yo” ha siempre flaqueado frente a lo otro y donde la palabra, la escritura, el signo, se desmoronan sin que cese la persecución de la anterioridad que los funda y que misteriosamente permanece allí a través de la espantosa dispersión”. En este poemario el yo pierde en la batalla de querer darle un nombre a la muerte y lo sabe, pero no sufre, se resigna a esa pérdida, la abraza y la cobija como lo único que puede sentir como propiedad. La muerte está a la vuelta de las cosas, permanece, nos busca, convive en lo que creemos hacer para evitarla: Dos veces al día me pregunto dónde estará la muerte hoy qué vidas cáscara como la nuez cuál fruto de qué costado Está de humor huele bien nadie dirá que espera sin saber que vienen a buscarlo Asimismo, la voz poética del poemario toma y arranca a machetazos lo que nos han enseñado sobre el amor, propio y recíproco, animal y socialmente determinado, para estamparnos la verdad de querer sentirnos a resguardo: Me tapás con la frazada que era de tu madre esa que huele a naranjas y flores viejas Lo que ella agonizó allí dentro nos incuba Se atreve a la imagen que nadie quiere mostrar, que sabemos que persiste aún hoy, detrás de estos días de confinamiento: hay una mujer asesinada acá y en todos lados y hay un nosotres que todavía no ve su cuerpo pendular en ese silencio, donde no hay justicia: En los fondos de la casa, a plena luz del día pende una mujer sola y sin remedio Como el animal desobediente al que corregiste la osadía Qué vivimos al vivir, qué nos hace levantarnos y poner un pie sobre el mundo todavía, en estas circunstancias en la que el mundo parece más hostil que nunca, son respuestas que intenta Sangre del día: Cada día es un punto vamos uniendo un recorrido pautado hasta el final hasta develar la trayectoria de una flecha el círculo que pudo ser la colmena un disparo Unimos el recorrido de los días, tratamos de darle trayectoria a lo que viviendo vivimos: de eso habla García del Castaño. En eso podemos encontrarnos en su poemario. El día sangra en la muerte, como el tema principal de su obra, pero aquí hablar de lo que sangra es hablar de lo que permanece, y tal vez, de lo que todavía lucha por seguir vivo. Sangre del día Laura García del Castaño Buenos Aires Añosluz 2018 56 pp.
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