Bío:
Natalia Schapiro es psicóloga y asistió al taller literario de Laura Devetach. Escribe poesías, cuentos y novelas para chiques. Algunos de sus libros son Lucía y la varita china, Diario de dragones, ¿Alguien anda ahí?, Cuentos callejeros, Una tertulia inolvidable, Dorotea cumple mil, A salto de cangurito, 100 % fútbol y Cumpleaños a golazos. También escribe poemas para adultos, aún inéditos. Por aquí, les dejamos una selección imperdible: como tantas veces hoy quiero oír tu voz gruesa abrazarte, decirte feliz cumple que la tarde se escurra entre charlas y risas tomarnos un té de jazmín en tazas viejitas y distintas mientras los chicos juegan comer tu torta de maracuyá y que vos andes descalza, los pies como gatos en la pinotea. Pero volvió esa lluvia la que te arrancó en enero sabe de despedidas la lluvia dice no con un gesto me calla y lleva por un camino tibio mientras hace shhh shhh como calmando a un bebé me deja donde los recuerdos menean sus hojas mojadas y reverdecen brillantes hermosos. * Óxido Si la puerta del patio se oxida con lija y dosenuno las cosas se arreglan más compleja es la madera tocada por las uñas de la muerte no resucita ¿Y qué se hace con lo herrumbrado adentro? lo que se nos desmorona en pedacitos cuántos baldes de palabras hacen falta para limpiar telarañas anidadas en el fondo hojas secas que nos tapan el sol el óxido de los desencuentros los golpes con lo árido cómo se transforma en luz lo que nos corroe * Ritual de otoño Detenerse en esa hoja que lastimó la vista tanta pena a flor de piel esa que marchó hace rato y dejó un fantasma cobre meciéndose arrancarla sin culpa ni dudas como quien hace un bien al mundo tirarla exhalando hondo despedirse de una vieja herida repetir con las otras hojas que estén rogando retiro escuchar sus vocecitas secas arrugadas aplastarlas en una bolsa hasta que no existan crujidos ni palabras sentir viento de menta galopando como cuando se pone fin a la agonía * si pudiera frenar al torrente de afuera crear un muro pausa paréntesis silencio algo evite que eso perfore y deje esquirlas en mi cuerpo revuelto como un baldío en carne viva si pudiera decir alto así no entrás si las cosas llegaran como leve zumbido no grito que acuchilla erosionadas no tsunamis y plegar mi mundo a salvo de avalanchas si pudiera frenar al torrente de afuera disponer un dique un gran párpado o al menos pestañas filtrando lo que daña el cielo interno si pudiera * Todo rezuma soy un bollo de masa bajo un repasador la gripe aleja al mundo incubando silencios una entra en sus huesos al fin cae la rutina el hilo de exigencias que resiste. Cuesta decir no cancelo, no cocino que el afuera espere todo sea la horizontalidad de la cama. Los gatos captan la quietud y se montan a ella somos un poco gatos al enfermarnos pero ellos reposan sin culpa. La vida en pausa en esta isla de descanso la ropa sucia espera la colgada, también pleitesía ante la taza de té y las servilletas de papel.
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Bío:
Milagros Losa nació en Provincia de Buenos Aires en el 2000. Estudia Crítica de Artes en la Universidad Nacional de las Artes (UNA). Coadministra el blog de difusión de poesía El Telégrafo Luminoso. Recientemente publicó su primer poemario Mamushka, por la editorial Postales Japonesas (Córdoba). De ese libro, les dejamos unos poemas para disfrutarla: Duele el silencio. Repetición eterna del reclamo. Eterna dentro de la tolerancia del cuerpo que respira. Una figura caótica de la existencia interpela los sueños. Se repite de formas diversas. El gato muerto de las costillas tajadas. El gato muerto de las costillas tajadas agarrado con la inocencia más descompuesta. - Híbrida de animal y niña vierte un corazón en el cráneo de su padre. Escucha el grito fraterno del reclamo. Reclamo que desconoce el ojo animal de su familia. Mamushka de gato y pez violeta. Hurga en la boca hermana un trozo de algo que la mire. - Enferma del dolor, replica su canto. Pez violeta que atormenta la bestialidad. Padre que extrae todo dejo de amor. Enferma que replica su canto. Ojo de gato que hace temblar la voz del odio. Perforar al padre. Perforar la herida. - Hermano injerto de tristeza. Isla de raíces que aguardan su hermosura. Nace. Bestialidad oculta. Impuro el niño. Padre que arroja al oleaje el trozo animal. Criatura rota de su propia sangre. - Arde la garganta animal que representa el centro de la herida. Mata al pez violeta. Círculo del odio. Incrusta en el orden familiar la flor de la tormenta. Foto de: https://patriciarodon.wordpress.com/
Patricia Rodón nació en Mendoza, en 1961. Es Licenciada en Letras por la UNCuyo con especialización en Literaturas Modernas. En 1986 comenzó a trabajar como redactora en un canal de televisión y desde entonces se ha dedicado al periodismo gráfico. En 1993 comenzó su labor como redactora de un periódico local. Entre 1996 y 2002 fue la editora del Suplemento Cultural El Altillo, de dicha publicación. Como poeta ha obtenido numerosos premios provinciales y nacionales. Hasta el momento ha publicado los libros de poesía Tango Rock (Mendoza, Diógenes, 1998), Estudio Voyeur (Mendoza, Ediciones Culturales, 2002) y Respirar (2012). Participa con poemas o relatos en diversas antologías publicadas en Mendoza, San Juan, San Luis, Buenos Aires, en Argentina; Santiago de Chile, México DF, California (Estados Unidos), Barcelona, Londres y Montreal. Les dejamos nuestra selección de poemas de Tango Rock: De cacería Cuando salimos a buscar mundos a encontrar palabras que pesen menos que el aire escucho voces que van de mí a mí y bocas que se mueven detrás de un abanico Entonces quiero decirle cosas que vayan de él a él pero cien niños atraviesan corriendo mi garganta y la luna vuela como un pájaro contra el anochecer Él se roba las lápidas se roba las costumbres toma nota de su propio escándalo y se alegra cuando me toca y me agito y embellezco ante sus ojos de mercenario pulidos como lupas En tanto la ciudad entra y sale indiferente de las sombras y somos como dioses cazando en limousine Juego todo/Bluff Engañá a mis sentidos Llevame en tour gratis dentro mío y después llamame desde transilvania para preguntar quién sos Mostrame palabras que se escriban y se borren y se digan y se borren Llévame en taxi a tu corazón y soltá pájaros eléctricos en mi boca Pedime un poco del mar vivo que tengo dentro Preguntame si quiero ver sombras que cantan y bailan y suben a un barco Oigamos cómo crecen las plantas en la noche cómo se encienden y se apagan carteles en los ojos y cómo sale sangre de la boca de los monumentos Juguemos al póker cuando sean las doce y caiga la luna sobre el paño verde Apostá el corazón Si vendés tu alma vendémela a mí. La conquista Te mira un hombre que escucha un tambor en la montaña Un hombre que corre a la orilla de un sueño Mientras la noche le va tirando cabezas en la espalda Te mira y te muestra un relámpago Y te vas a su casa con sus pies Con tu lengua de loca y la mujer intacta Él enciende velas en todas partes Y beben vino y te quema la voz Se ven izar banderas de peligro bocas negras Se ven dormir abrazados hasta el amanecer No querés mirarlo a los ojos para no revelarle cosas Pero te besa lo temible te pide de rescate Que bailés con él sobre la cuerda de un bajo Y su mano precisa te acaricia el cuello Y los vampiros despiertan y dan la alarma Entonces la cama se abre como una puta Mientras pasan los reyes azules los capítulos Los besos tatuados las muñecas rotas Los ojos y sus irresistibles criaturas. Damas gratis /ocurrió de nuevo Solo un soplo Una canción silbada detrás de una cortina La luz incapturable de los ojos Solo sexo y faustus y hambrientas lobas dándote caza ¿Ocultos magnetos en la sangre? ¿Perlas negras creciendo en la cama? ¿Pactos celebrados después del diluvio? Solo tu delgada señal tu columna griega La pequeña horda de tu cuerpo que viene hacia mí La noche que sube de tu pecho con una estrella que pasa Y más que nunca hebra hembra alma y piano ¿Te amo porque la vía láctea sostiene las sombras? ¿Te amo por tus poemas disparados a la luna llena? ¿Por la lengua de tu voz cuando me llama? ¿Te amo por tus huesos por tu sombra por tu adn? ¿O por tu boca tu sexo tu pecado tu hambre? ¿Te amo por amarte? ¿Acaso te amo porque te he amado? ¿O te amo por la sagrada copa de los árboles? ¿O por los soles que brillan en acuario? ¿Quizá te amo por la melodía de los vasos en el brindis? ¿Por el juramento de los antiguos samuráis? ¿Por la manzana envenenada en la garganta de blancanieves? ¿Por el ajo la especia y el vino que hacen danzar la sangre? ¿Porque alguien habla en nuestra cabeza todo el tiempo? ¿Te amo por artaud por einstein por spinetta? ¿Por la oreja perdida de van gogh por la ginebra de luca? ¿Por los ojos brillantes de los poetas en las contratapas? ¿O porque estoy en las líneas de tus manos? ¿O porque aparecí en el thriller que estabas escribiendo? ¿O porque te gusta reír para olvidar? ¿Te amo porque estás vivo? ¿Por qué el cielo cambia? ¿Te amo porque soñaste y había un niño soñando? Con las medias rotas No me preguntés por qué bailo en el filo de la voz ni por qué un rocanrol de los noventa ni por qué la noche en la espalda y la mini cada vez más corta Tengo que decirte cosas pero mi sol desafina No sé qué tira de la piola de los sueños Apenas soy una mujer cruzando un puente Llevo pañuelos rojos y besos y zapatos Soy como una lista de episodios en un índice Tengo que contarte cosas pero mi sol está mal La efeeme araña la pared como un insecto y los vasos se quiebran tres veces en nombre del amor Se me abre el corazón a cada rato Tengo que mostrarte cosas pero mi sol desafina El final del vino me arranca los ojos la niña se me ahorca y la puta cose sábanas en el balcón que mira a la autopista sin más recuerdos que un poema a veces y una fiesta Sharon Gorosito nació en la ciudad de Pilar, provincia de Buenos Aires, en enero del 2000. Estudia un Profesorado en Lengua y Literatura y participa del colectivo de escritores Perdón por la poesía del C.C Integrarte y Autores Locales de Pilar.
Sus cuentos y poemas han sido publicados en diarios locales, revistas digitales y sitios web nacionales e internacionales y diversas antologías poéticas Escribió la columna “Vidas en letra” de Posdata Digital y coordina el blog de difusión poética “Abrigo de pétalos”. Caen las estrellas hasta tus ojos, editado por Halley Ediciones (2020) es su primer libro de poesía. Les compartimos algunos poemas de ese poemario: Contorno del agua En manos del derrumbe me paralizo frente a la jaula abierta sus paredes dejan a la vista el contorno del agua marchita que a través de un dique ilusorio se burla de la sed y sus reglas los anhelos y el tiempo de todo aquello que quisimos domesticar. Cascarón roto La tarde frívola se pronuncia viuda desde que el sol dijo adiós. En cercanía fatídica una alegría se asoma, pendemos del aire temblamos lo cotidiano y en su lugar fingimos la huida. Nos padecemos a nosotros mismos aferrándonos a la textura y abrigo del cascarón roto. Nocturno Andás de paso nocturno entre los pasillos reposás sobre el hielo. Trato de endulzar tu vicio mientras el verano convulsiona perdiendo el pulso en el último suspiro. Los hilos tallados sobre la costura cautivan un porvenir, conjuran una tregua entre el cielo y el infierno. El olvido se siente más escaso Se mantiene apenas vivo por un montón de palabras surtidas similares que ya no representan nada que fuerzo a ser refugio más de una vez. Refugio de la piel encarnada por otros más errantes que mi propio yo. Antes de saberme segura en mi propio nido en la copa del árbol me despierto y pienso: ya sé dónde se escondían las alas me despierto y pienso: ya sé que el olvido se siente más escaso. Melisa Papillo nació en Buenos Aires en 1984. Escribe poesía, es docente y librera. Publicó los libros Paisajes con agua en movimiento (La Carretilla Roja, Argentina, 2020 y Ediciones Liliputienses, España, 2020) y La mecánica de los días (Editorial Simulcoop, 2012).
Les dejamos disfrutarla: Reposar en la jungla De un color durazno claro se asoma la flor del árbol de ceiba en el páramo colombiano. Cuando no está colgado el perezoso es una manta arrastrándose por el verde, encontrarlo fuera del árbol nos hace dudar sobre su fama. Tiene todo para escaparse o atacar pero sigue trepado al árbol. Crecen sus uñas en el ocaso del día. ¿Qué poema mira el perezoso desde la rama inclinada? Se sonríe desde lo alto, ya vio hace tiempo lo que tenía que ver. El viaje de la tortuga Parece el ruido de un ciclón y es sólo un poco de viento estrellándose contra el vidrio. Salió el sol en Buenos Aires después de varias semanas de lluvia y hay algo más que luz en los rayos que se filtran por las hojas de los árboles. Una fotosíntesis de otro orden que intenta procesar en mí. Cruzo la plaza y entro al café. Mi recreo semanal -bebé duerme en nuestra cama-. Alimentarse, crecer, desarrollarse. Me oriento hacia la luz, creo estar absorbiendo algo. Levanto la vista del libro y en la mesa de adelante está el viejo de la otra cuadra. Deja sus muletas sobre la pared y lo miro. Lee el diario. Se vistió de camisa para salir al bar. Tan enjuto repasa las noticias como mira a través de las rejas de su porche. Lo incomodo: cambia de postura. Se yergue, retoca el cuello de su camisa y ahora lee asintiendo con toda la cabeza. ¿Estamos hablando? Después toma las muletas y se va con toda su joroba caparazón. Un esfuerzo por un café, por hacer la fotosíntesis. No soy la única planta en mi especie. La mesera cambia de canal. Ahora un partido de fútbol sintoniza la mañana. Huracán va arriba, 1 a 0. Sobre el espacio oblicuo del bajo escalera resalta una lagartija del tamaño de un corcho. La señalo, mi hijo y yo la miramos. Mi dedo recorre el camino que ahora emprende o la guía hasta la luz más blanca del pasillo para que podamos verla mejor. Es una cosita maravillosa, digo, y esa cosita ya se esfuma para nosotros. Más tarde la encontramos en un rincón tiene menos rapidez, menos gracia. Volvemos a mirarla. Esta vez estamos sobre ella y la señalamos desde arriba. Como respuesta se oculta detrás de la estufa. La mañana me encuentra sola. Abro la canilla, lavo una taza. El agua de la pileta se va escurriendo poco a poco y brilla el acero de la bacha. En el fondo duerme algo. En el fondo está lo que señalamos. Levanto la lagartija, blanda, húmeda. Las patas flácidas como un cabello. Tiene un ojo sí y un ojo no. Le hago un ataúd con una hoja de diario. Con dudas, la apoyo en la bolsa de basura, así envuelta prolijamente. Después, cuando cuente esta historia voy a decir que la enterré. La forma en que te lleno el vaso espumante de cerveza, un volcán de juguetes siempre a punto de estallar, la forma en que tu mano pone una media son las partes de mi casa. Esta es una manada que recién empieza. Una familia de hipopótamos activos en la noche tormentosa arrojándose agua. Ríen en la oscuridad. Nadan en el barro. Me asomo al cuarto donde duermen la siesta. Puedo oler la lluvia que aroma la tierra. (Paisajes con agua en movimiento, La Carretilla Roja, 2020) House Son las cinco de la tarde, escucho música electrónica. Hace algunos años la bailaba arriba de los parlantes inspirada por las luces que se prendían y apagaban por los vasos que corrían de una mano a otra y subida allá arriba sentía el temblor macabro interno que producía la música los ojos entrecerrados, me dejaba llevar. El temblor y yo éramos una qué digo una, éramos miles refractadas por los haces de luces. Ahora casi la misma voz metálica me lleva y trato de retener las imágenes que vuelven. Estoy patinando en los recuerdos practico el tarareo de las luces en la pista. Esta música se parece al temblor de la vida cuando empieza a la colisión del cuerpo contra el cielo es el corazón en las piernas el aliento como alfombra, volándonos hasta que la última canción me saque alucinando de ahí. 23 de diciembre Es vísperas de navidad en el shoping hay personas disfrazadas de duendes una de papá noel, nieve ficticia espolvoreada arriba de productos importados pero no hay olor a navidad esta vez la gente está más preocupada en hablar que en comprar. En general, creo que solo vinimos a decirnos algunas reflexiones del año en un lugar sin ventanas lleno de luces. ¿Nos perturban las campanitas agitándose compulsivamente? ¿Y los ciervos gigantes? Lo peor es la sensación de frío a principios del verano. (Inéditos) Bío:
Acheli Panza nació en Misiones. Cuentos suyos fueron incluidos en la antología Relatos Deliberados (Textos Intrusos, 2013). En el 2014 publicó el libro de cuentos Santoral por Blatt&Rios. En 2016 se publicó el libro de cuentos Camoatí, en el proyecto "Leer es Futuro" del Ministerio de Educación de la Nación. En 2017 un cuento suyo fue publicado en "Verano 12", por Página 12. En 2018 participó con un relato en el proyecto de PH 15 3, "Historias en un Clic". Les dejamos a continuación poemas del libro El río se adelantó de golpe, editado por Santos Locos y que hace dos meses salió del horno: En otra vida yo Fui el vacío. Fui uno de los pozos en el jardín de una casa de Misiones. Fui el viejo sentado al borde del jardín. Fui la pregunta: ¿Dónde enterré la plata? Fui uno de los gusanos que comen su cuerpo por dentro. Fui de las heridas la más grande que se hizo el viejo en las piernas para arrancarse los gusanos. Fui la pala que cavó el pozo. Fui la luz entre las hojas. Fui el viaje de una hormiga. Fui el pozo vacío en el jardín de una casa de Misiones. Fui vacío. El río se adelantó de golpe y tapó la casa de mi infancia. Toda la tierra que pisamos cuando era chica ya no es tierra, es lodo. Las Ágatas que chocaban con nosotros mientras caminábamos por la tierra colorada ahora flotan en la inmensidad del Paraná. El último recuerdo es ver el techo de la casa ganado al río. El cielo es cielo. Los árboles, árboles. ¿Qué pensaba mi abuelo mientras se sentaba en la vereda a mirar pasar los autos y las personas? Anoche mientras dormía me dolió el pecho siempre que despierto con resaca de dolor pienso en la muerte. Ni siquiera es en la muerte en lo que pienso. Pienso en dejar de existir que no es lo mismo que estar muerta. Lo sé porque muchas veces dejé de existir como cuando mi hijo me culpa de sus malas notas cuando mi marido me dice que le pida perdón. Por un instante dejo de existir me quedo callada pensando en nada tratando de pensar en qué pensaba mi abuelo las tardes sentado en la vereda mientras miraba pasar los autos y las personas. Bío:
Belén Cianferoni nació en Santiago del Estero, en 1987, es estudiante del profesorado de Inglés, autora de Damage Therapy (Intravenosa Ediciones, San Salvador de Jujuy. 2013), Vudú (Peces de Ciudad Ediciones, Buenos Aires. 2017) y Matar a Kant (Gerania Editora. 2020). Fue antologada por varias editoriales, entre ellas, Rutas por Punto de Encuentro Ediciones, Buenos Aires, 2016 y Antología del CFI, Región NOA, 2017. Participó como expositora en el FILBA 2019 en su provincia natal, Santiago del Estero. Dicta talleres literarios bilingües desde el año 2019 hasta la actualidad en Sixto Espacio Cultural. Pueden leerla en www.altamadrugada.blogspot.com Por acá algunos poemas de su libro inédito pelo: Mi mente es un río Turbulento De piedras Y de hojarasca. Tengo remolinos Que se Encarchan Y te llevan A lo más profundo Del lecho acuático. Ten cuidado. Mi río te puede Devorar En cuestión de Segundos Si no lo tratas Con respeto, Hay zonas En las que mejor No entrar. Sé prudente. Mi mente es un río Caudaloso Que se mueve A toda velocidad Sin preocuparse Del dolor q ocasiona. El río no piensa, Se mueve. No es una flor Cortada En primavera, Es el granizo De noviembre. Ten paciencia. Lee los letreros, El color negro De mi pelo Te lo advierte, La oscuridad está Adentro mío Y es profunda E intensa. No es divertido Ahogarse En el llanto. Entonces, No avances, No sigas. Ten prudencia. Mi río Está lleno de Incógnitas, Tiene pozos profundos Y heridas Luminosas Que me mantienen despierta Por las noches, Contemplando El brillo de la luna Sobre su Caudal. Me hipnotiza Y no me Deja dormir. Procura descansar. De Este río, Que va a toda velocidad Te puede lastimar, Soy responsable. Voy a procurar Colocar señales, Para que No te lastimes Innecesariamente. No voy a permitir Que te ahogues está noche. Pero... Si Aún así, prefieres Probar suerte y sentir Cómo el agua invade tu cuerpo, Puedes Intentar entrar En mi torrente Tu ya fuiste advertido. Yo soy un kalanchito Hoy no me viste, Hoy no morí. Hoy volví a regenerarme Como las suculentas Que solo necesitan Su propio espacio, La humedad adecuada Y mucho sol, Porque sino la oscuridad nos come Y la esperanza de volver a ver A Independiente campeón se va. Yo soy del lado Kalanchoe De la vida, Persistente Y me niego A quedarme en un lugar Sin regar El pasto de mis frutos. En esta oscuridad Nos encontramos Curando Las heridas De un eventual Mal corte. Somos el esqueje Olvidado, Que busca Volver a ser Una planta. Hoy no Mori. Hoy volví a despertar. Siento el temblor Del planeta verde En mi ropa Y no puedo dormir. El planeta me pide oxígeno Y mi cuerpo obedece. Hoy no me viste Acomodar las macetas Y meditar en los yuyos Un mantra de sanación En tu nombre. Te acordarás de mi? Sientes la gravedad Acomodar El mensaje en el polvo De la lucha contra el olvido Y el perdón? Viaje a los confines de mi ausencia Esta piel que suda solo es mía. Este cuerpo, fue creado para uno. El agua de la ducha Solo lava Mi pelo. Las heridas solo sangran en mi Piel. Cuando me caigo, Solo yo Me levanto. Este cuerpo Es finitamente Mío. Eso son Las mejores noticias Que escuché. El silencio Se llena Con palabras. Aún no estoy Muerta. Fui, Seré Y soy completa. Soy un círculo Que mira Su diámetro. Este pelo que ves en mi mano, ya no es mío. Esta trenza, vuelve al infinito dónde nació. Este pelo, nunca fué mío. Yo fui dada al cabello que nació conmigo. Nadie sabe que todos los cabellos del planeta guardan El secreto del cosmos. Un mechón dirá su verdad, Y otro la completará. La galaxia ha puesto un jardín en nuestras cabezas, las regó con sabiduría y en su altísima benevolencia, los rizó mientras cantaba Canciones de cuna Y de lucha. Y crecimos. Y amamos. Y aquí estamos con estos pelos, rizados como uvas, lacios como vientos, ondulados como las olas, finos como besos Y gruesos como troncos. Estos son los cabellos que giran cómo las galaxias En el universo de las dudas. Bío:
Araceli Lacore (Azul, Buenos Aires, 1985) es profesora de inglés y traductora literaria. Publicó El viaje (Peces de Ciudad, 2016) y Congreso 12 AM (Peces de Ciudad, 2017). Participó de distintas antologías literarias. Tradujo poemas de Alan Jenkins para Buenos Aires Poetry. Actualmente coordina junto a Belén Villalba el ciclo "La Bestia Poética". Acá, algunos poemas para que la disfruten: de Congreso 12 AM (Peces de Ciudad, 2017) Prohibido olvidar Este diciembre gris, mentiroso, agarrado de los pelos atravesado por los hidratantes en el Puente Pueyrredón. Este diciembre, es como todos los diciembres de mi patria y no hay suficientes globos para ocultar el duelo. Aturdida Este no fue cualquier silencio fue más turbio más pesado... Tan pesado que se oía desde Corrientes a Buenos Aires ¿No viste que llovía? Era yo vertiendo en tus pupilas toda mi tristeza. Lo que duele Lo que duele es la soledad. El ruido a nada, el serpenteo fatídico de mis ideas de muerte. La lluvia no es lo mismo. La idea del cuerpo sin otro cuerpo la mesa servida sin otro plato las mitades que anuncian; serán completas, mienten. Estamos solos, y así nos vamos. Inéditos: En esta casa no aclara La sombra opaca, sublime. Alguien golpea la puerta de mi corazón. No atiendo. Nadie está lúcido a esta hora de la noche. Abrí las ventanas, las cortinas, las alacenas me abrí la panza allí hubo fruto me lo he comido un día mi niño perdió los pies. Ahí detrás yace un hombre ¿Nutrirse de los muertos a esta hora? El que todo lo puede observa desde el techo, ¿Ves? en esta casa no aclara La profecía Me desnudaste frente a la mesa del comedor y aplaudiste en el aire, por supuesto, el asedio de la primavera alimentaste mi cuerpo para dárselo al mundo me diste nombre esplendores una tempestad tras otra supiste, capciosa de la profecía tomaste el vestido y envuelto en mi cuerpo mostraste tu sonrisa de hiena hoy que los días vuelven como balas dentro del cuerpo de un ciervo preparo las ofrendas para ubicarte en la tierra y quebrar el destino. * Niña; ¿Ves allá a lo lejos? El lobo no aúlla canta Las cenizas del ayer corren por su lengua El alerce sus frutos amplios La pira quemó tu descendencia El que todo lo ve se fue de tu lado Dime; Tigre o cordero ¿Quién mató a tu padre? Bío:
Vanesa Almada Noguerón (Buenos Aires, 1980). Tiene estudios en Letras y en Gestión Cultural. Participó en diversas publicaciones antológicas, revistas culturales de difusión virtual, ciclos de lectura y festivales nacionales e internacionales, tales como FIPA (Festival Internacional de Poesía del Atlántico, 2014), La Juntada-Festival Internacional de Poesía Joven (2015 a 2018), FIPMAD (Festival Internacional de Poesía de Madrid, 2017), Festival de Poesía de Acá (Mar del Plata, 2018), Festival de Poesía El Mamut (San Bernardo, 2020) y Festival Poético Onírico Internacional (Reino Unido, 2020). Actualmente reside en la ciudad de Mar del Plata y colabora en Liberoamérica, revista y plataforma literaria. Edita el blog «Chorrera de palabras». Publicó Entre los ruidos (Baldíos en la Lengua, 2015), Quemar el fuego (Autogestivo, 2017), Los demás (Liberoamérica, 2019) y Límbica (El Taller Blanco, 2020). Pueden leerla en almadanogueron.blogspot.com/ Les dejamos ahora unos poemas recién salidos del horno, de Límbica (El Taller Blanco, 2020): ladrillos rojos me gustaría saber si desde ese balcón se pueden ver las ciudades que hubiéramos visitado o las manchas de calor de lámpara de manos convulsas de penitencia en los libros que nos hubiéramos prestado este cuaderno que escribo tiene el color atormentado de un vaso de sangre ¿son rojas también tus venas, tus suspensiones / todas tus ropas después de haber pensado tanto el amor después de haber pensado en las formas simétricas que van tomando los diálogos que nunca pudimos encauzar? la radio sigue diciendo esa canción de Édith Piaf (sigue diciendo tormenta) me gustaría saber si mañana la lluvia (o algún otro fenómeno) nos va a ofrecer algún principio o algún final algún reflejo en el barro donde no sentirnos tan huérfanas donde no sentirnos tan verbalmente vulneradas tajos en el agua estás esperando que pare hay un sueño del que nunca te pudiste despertar piezas de sexyonary perdidas atrás de los sillones que nunca intentaste recuperar hay cierres (abiertos o arrancados salvados del costurero pero ciegos secas cada una de sus mitades / por completo inútiles) y mientras juntás los botones caídos (los años venideros caídos) seguís esperando que pare / y bostezás los techos no te alcanzan porque nunca supiste escapar tan alto hay carteles / luces perforadas que transpiran piedras resbalan de los postes cada vez que pasás estás esperando que pare y buscás en cada objeto un signo significado y significante algo con qué justificar la espera aunque sabés: no va a parar tus mejores neurosis siguen siendo cíclicas infinitas Bío:
Manuela Colomino vive en Rosario. Trabaja con palabras en sus actividades cotidianas: la abogacía, la traducción y la escritura. El año pasado publicó el poemario ‘Inútil’. Sin embargo, su primer contacto con la escritura fue a través de los cuentos, (por ejemplo ‘A cara de perro’, disponible en internet). Participó con su poesía de diferentes ciclos de la ciudad de Rosario, con una predilección por las plazas y las terrazas. Por acá les dejamos unos poemas inéditos: Deriva Junto a la avenida cerca de la cancha de básquet arbolitos repletos de fruta. Otras almas recolectoras habían pasado ya por ahí. Juntamos palos los empuñamos sin duda ni vergüenza. Bajo una copa abundante girábamos separadas embelesadas por el color jugoso y redondo. Teníamos la terquedad ribereña pero no nos bastaba tampoco la tendencia sudaca de saber amar los misterios chiquitos. Pronto nos vimos frente a frente nunca nadie hizo nada en soledad. Clavaste el pie en el ancla que armé con mis manos. Te erguiste sobre mí como un árbol distinto te sostuve con todo el cuerpo amortigüé tu rodilla con mis tetas. Un solo golpe en el pasto anunció nuestro éxito definitivo. Resultó ser una naranja ácida arisca. El fiasco nos pegoteó las manos exprimíamos el manjar que no fue. ‘Nos la ganamos’ decías con una sonrisa ancha como el Paraná y me pasabas la fruta una ofrenda un chiste y es que habíamos pensado que eran mandarinas. Llegar ¿Miedo a qué? pregunta mamá me abraza con los ojos dice que los fantasmas no existen. Cómo le digo que algo entra por la ventana o me mira en silencio desde el rincón de los juguetes. Mamá no cree en los fantasmas pero cree en el miedo. Cuando vamos en auto no me deja ir adelante por si pasa algo no sé qué será para mamá yo solo intento no ver los pedazos de perros junto a la ruta. Antes estar upa de mamá me daba sueño pero ahora tampoco ahí estoy a salvo -la mano fría en la nuca-. Cuando leemos un cuento me hago la dormida y se va me deja sola con algo que no sé decir. Pero ¿para qué decirle? Si mamá no ve y no escucha ¿cómo va a salvarme? Lo que más miedo me da cuando pase eso que va a pasar, si no lo escucha ni lo ve ¿cómo va a salvarse mamá? Nocturna Hoy miré a la vida a sus mil ojos de insecto sensible. En un segundo infinito el flamear de una bandera confirmó que el silencio era nuestro secreto. Hoy miré a la vida y me saqué el sombrero y no me lo volveré a poner. Las estrellas gotean su templanza sobre mi morada. El pasto que crece en la cabeza no es verde pero como pasto que es ama el sol, el agua y la noche. |
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